Ser madre de un niño con discapacidad no es fácil, existen momentos en los que vemos que nuestro hijo sufre. Ya sea cuando ha tenido que estar ingresado, o cuando han tenido que sacarle sangre para analizar su situación, o incluso cuando le tienen que hacer pruebas diagnosticas que generan en ella sentimientos de angustia y miedo.
Ante esas situaciones es cuando somos conscientes de que somos muy vulnerables, que los sufrimientos y miedos de nuestros hijos, fácilmente se trasladan a nosotras y no podemos evitarlo. Nos preguntamos porque ha tenido que ser así, porque no han nacido como niños típicos, pero aunque a veces nos cueste encontrar la respuesta, todo ha ocurrido así por algo.
Yo soy creyente, quizás alguna de vosotras no lo sea, pero a mi me ayuda pensar que las cosas no suceden porque si. Sí tenemos a nuestros hijos a nuestro cargo, será porque «alguien» ha confiado en nosotras, y tenemos que hacerlo de la mejor manera que podamos o sepamos. Intentando dar el 100%, porque si fuésemos nosotras esos niños, seguro que no esperaríamos menos de nuestros padres.
Aunque son a veces muy duras y difíciles esas situaciones, siempre hay algo en nosotras mismas que tenemos que tener muy presente y es la ACTITUD con que nos enfrentamos a esas adversidades.
@Angels Ponce en su pequeño decálogo para convivir con la discapacidad lo refleja muy bien, la discapacidad de nuestros hijos no la podemos cambiar pero nuestra actitud si, recomienda no pensar tanto en el futuro y pensar solo en su presente.
No podemos controlar aquello que nos viene a la mente, pero si podemos decidir, cuanto tiempo dedicar a esos pensamientos. Podemos pensar en ellos, pero por poco tiempo, y si realmente lo vamos a hacer, hacerlo con espíritu critico. Es importante darse cuenta de lo que pensamos, porque pensar en situaciones que no podemos controlar, nos lleva a generar sentimientos de angustia y de miedo.
Pensar en positivo. Que importante es ver el vaso medio lleno antes que medio vacío. Para todo en general, pero cuando vengan a vuestra mente sentimientos de tristeza o de impotencia, hay que saber darles la vuelta y decir: «Estoy pensando en lo que mi hijo/ a no puede hacer pero que pasa si pienso en lo que puede hacer».
Debemos vivir el presente, el aquí y el ahora. Estos pensamientos de incertidumbre no los tenemos con otros hijos, pues no vamos a dejar que nos invadan con nuestros niños tan especiales.
Tenemos un presente, es el que hay que vivir, trabajar y disfrutar. Os recomiendo echar un vistazo a esa pequeña guía que a mi me ayudo y me sigue ayudando cuando estoy un poquito mas tristona.
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